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La alergia es una patología cada vez más frecuente entre los humanos. Aumenta exponencialmente cada año, no cesan de aparecer nuevas alergias, al gluten, a la fructosa, a los omegas,… aparte por supuesto de las alergias clásicas l polen, los animales o los ácaros.

Pero, ¿por qué aparece la alergia?

Para poder responder a esta pregunta, es necesario que primero entendamos qué es la alergia: La no es una patología causada por un agente externo a nosotros o a nuestro organismo, sino que la alergia es una respuesta de nuestro organismo, nuestro sistema inmune se defiende de algo que en un momento dado entendió como peligroso para nosotros pero que en realidad no lo es. Es nuestro sistema inmunológico quien está reaccionando contra el «alérgeno» o sustancia clasificada como nociva sin serlo, por este motivo la alergia se puede aliviar con antihistamínicos pero es difícil hacerla desaparecer, es difícil curarla del todo, a veces las vacunas funcionan, pero otras muchas veces se resuelven como ineficaces.

Es habitual, además observar cómo en las personas alérgicas, las alergias van cambiando y van apareciendo nuevas. Y es curioso observar que la persona alérgica empieza sufriendo una alergia estacional, reacciona en primavera al polen de las gramíneas, los olivos, etc… pero poco a poco, no solo va siendo alérgico a más pólenes, sino que parece que la alergia se cronifica y al final se es alérgico todo el año.

El gran problema de la alergia a la hora de tratarla es que hemos de entender que la alergia es una alteración en nuestra respuesta inmune, es nuestro cuerpo el que reacciona ante estímulos que no deberían ser nocivos para nosotros, y son nuestros eosinófilos (un grupo de nuestros glóbulos blancos, de nuestras defensas) los que empiezan a liberar histamina porque entienden que nuestro organismo está siendo atacado y se defienden, cuando en realidad no hay tal ataque.

¿Cómo trabajan nuestras defensas en la alergia?

Una parte muy importante de nuestras defensas son los linfocitos, los linfocitos son los que deciden qué sustancia es neutra para nosotros, qué sustancia es peligrosa y cuál otra es aliada. Cuando entra en nuestro organismo una sustancia, los linfocitos la analizan y deciden si es peligrosa o no y si por tanto hemos de reaccionar contra ella, combatirla y eliminarla o no. Cuando el linfocito analiza una sustancia y «decide» que es peligrosa libera unas inmunoglobulinas, en concreto la que normalmente despierta una reacción alérgica es la inmunoglobulina E, esta inmunoglobulina, funciona como un mensajero que buscará a los eosinófilos (la parte de nuestros glóbulos blancos encargada de la respuesta alérgica) y les informará que cuando encuentren dicha sustancia deben reaccionar a ella, liberando histamina, para que el cuerpo la elimine, a través de la piel o a través de la mucosidad. Esta histamina es la causante de que la mucosidad aumente, de los picores de la piel, la aparición de eccemas, sarpullidos y urticarias, la rinitis, la conjuntivitis, el picor en el velo del paladar etc..

Lo que ocurre es que nuestro cuerpo está reaccionando en exceso contra una sustancia que en principio no es tóxica para nosotros. Y es curioso observar que la primera vez que el organismo entró en contacto con la sustancia alégena, no se reacciona, esa primera vez es donde nuestros linfocitos «deciden» liberan la inmunoglobulina E para marcarla como nociva. Será la siguiente vez que esa sustancia entre en nuestro cuerpo cuando los eosinófilos reaccionarán con furia a ella.

¿Cómo combatir la alergia?

La alergia no se puede tratar buscando un agresor externo, pues no lo hay o al menos el alérgeno no debe ser considerado como agresor, debemos tratar la reacción del cuerpo, por eso en la naturopatía para el tratamiento de la alergia utilizamos lo que llamamos la Medicinad el terreno, hemos de equilibrar la respuesta alérgica del paciente, el paciente reacciona en exceso, tiene un organismo hiperactivo, que reacciona demasiado, creando alergias, creando respuestas en general exageradas.

Por este motivo el tratamiento debe estar enfocado a equilibrar nuestro estado de alerta, equilibrar nuestra respuesta inmune. Esto lo hace muy bien la medicina del terreno, la oligoterapia, la homeopatía, las flores de Bach, etc…

El tratamiento ha de ser múltiple y actuar a todos los niveles

– En primer lugar hemos de reconducir la respuesta de la persona alérgica, para ello es muy importante empezar por el sistema nervioso, es importantísimo calmar el sistema nervioso, un sistema nerviosos hiperreactivo implica necesariamente que todo nuestro cuerpo está en fase hiperreactiva, hemos de conseguir calmar y equilibrar en primer lugar a la persona. Todos los alérgicos saben por pura experiencia que cuando están nerviosos las crisis alérgicas son más fuertes, cuando están relajados los picores y las molestias son menores o se toleran mucho mejor. Por tanto el primer punto del tratamiento será tratar a la persona, calmar su manera de vivir acelerada, sus prisas, su “estar a la defensiva en la vida” para que su sistema defensivo pueda también dejar de “estar a la defensiva”  y deje de reaccionar contra todo.

– En segundo lugar tratar con el Manganeso en oligoterapia nos ayuda a equilibrar la hiperreacción del cuerpo, tratamos la diátesis 1 que es la diátesis hiperreacctiva.

– En tercer lugar y tal vez sea el punto más imprtante (y también el más difícil), hemos de tratar también la parte emocional, hemos de «descubrir» porqué nuestros linfocitos «decidieron» clasificar a cierta sustancia como peligrosa para nosotros.  Para ello, es importante saber qué fue lo último que pasó relacionado con el alérgeno justo antes de que empezara la alergia, normalmente esto nos va a dar mucha información. Por ejemplo si una persona es alérgica a las gramíneas, deberíamos saber cómo se sentía él o ella rodeado de gramíneas cuando todavía no era alérgico, a lo mejor le tiene miedo a los insectos y cuando salía al campo a comer con sus padres estaba todo el tiempo en tensión por miedo, sus defensas interpretaron el miedo y la tensión como que estamos en peligro, si en ese momento nuestro sistema líbico (donde iban las emociones y los olores en el cerebro) estaba registrando olor a gramíneas, es muy probable que los linfocitos interpreten esto como que cuando estamos rodeados de gramíneas estamos en posible peligro y por eso se defienda aumentando a partir de ese momento la respuesta histamínica. Esto puede resultar extraño si esta es la primera vez que lo leéis, pero empezad a preguntar a los alérgicos, muchos de ellos os confirmarán: alergias a los animales realmente esconden miedo a los animales o al contrario que no nos permitimos el amor de los animales porque en algún momento entendimos que amar es peligrosos porque nos hace sufrir. Alergia a las flores realmente puede ocultar un no sentirse merecedor de la belleza y el color de la vida, tal vez tenemos miedo a disfrutar demasiado de la vida porque se suele pensar que cuando uno es muy feliz la vida después siempre te trae llanto o dolor. Etc…

Hay alergias extrañísimas, como alergias al agua fría, al azúcar de la fruta, a los omegas,… a sustancias que realmente nos son necesarias y en todas ellas podréis encontrar un principio, un momento anterior a la primera reacción alérgica en la que se estableció la conexión entre esa sustancia alérgena y la sensación de estar en peligro.

– En cuarto lugar podemos recurrir a la homeopatia que actúa como vacuna, o a las propias vacunas, para que el cuerpo «se acostumbre» a la sustancia alérgena y por tanto deje de reaccionar a ella. Esta vacunación seria bueno hacerlo al mismo tiempo a nivel emocional y físico, podemos tomas el pollens en homeopatía, o el peli animalii o el remedio correspondiente al alérgeno o bien optar por la vacunación convencional, al tiempo que a nivel emocional intentamos cambiar nuestra opinión sobre el alérgeno, flores, animales, fruta,… y en lugar de verlo como algo peligroso, empezar a sentirlo como un regalo.

– En último lugar, cuando todo esto todavía no funciona, estamos en el camino de la curación, pero tenemos unos síntomas muy fuerte y muy molestos, podemos recurrir no a curar la alergia, sino a clamar los síntomas con antihistaminicos, que pueden ser de farmacia o bien de plantas como el helicriso o sol de oro, la fumaria, la bardana, la pimiento negra, el estragón, el comino, etc…

Rosana Ferre