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Seguro que sabéis que hacer manualidades estimula las zonas creativas de nuestro cerebro pero, ¿sabíais que también estimulan las zonas sociabilizadoras? ¿Sabíais que la ejercitación fina de las manos, mejora nuestra capacidad lingüística? ¿Sabíais que tocar y escuchar música mejora nuestra capacidad de atención? O como vimos en nuestra anterior noticia ¿que practicar deporte mejora la capacidad de aprendizaje y la memoria?

Pues sí, la respuesta a todas estas preguntas es afirmativa, nuestra mente funciona de manera transversal, es una extensa red de asociaciones neuronales que se complementan y se afectan unas a otras, de manera, que trabajan siempre en conjunto. Es cierto que en el cerebro existen zonas especializadas en un trabajo concreto: hay una zona que se estimula cuando escuchamos, es más hay zonas especializadas para cuando escuchamos música y armonías y otra para cuando escuchamos palabras y lenguajes; hay zonas que se encargan de regular la motilidad de las distintas partes de nuestro cuerpo; del habla; de la vista; etc… Pero aunque cada zona parece estar especializada en un trabajo concreto, todas interactúan entre ellas, de manera que se ayudan, se complementan y cambian juntas cuando cambian nuestras conexiones al aprender o desaprender algo. El cerebro trabaja como una sola unidad, y no como una suma de partes aisladas e independientes.

Es más, para mejorar el aprendizaje son imprescindibles los descansos, dormir bien y despejar la mente. Cuando estamos estudiando algo, la mayor parte de la atención de nuestra mente se centra en aquello que estudiamos, en cambio cuando descansamos, o dormimos, todo lo aprendido se “aposenta” se distribuye y se complementa con otras zonas del cerebro, lo cual afianza lo aprendido. Cuando no estamos estudiando, trabajando o centrando nuestra atención en algo, podríamos pensar que nuestra mente, nuestro cerebro está descansando, pero si en ese momento midiéramos la actividad de nuestro cerebro nos llevaríamos una gran sorpresa, pues es cuando más activo está. Las ideas y conceptos aprendidos se “ubican” en nuestro cerebro. Pongamos un ejemplo, imaginemos que estamos aprendiendo vocabulario nuevo, mientras estudiamos, nuestra vista esta fija sobre las 10 palabras nuevas que nos hemos propuesto memorizar, nuestros labios repiten una y otra vez esas palabras, y tal cual las verbalizamos, nuestros oídos las escucha y así, intentamos fijarlas en nuestra memoria,….pero nos sentimos inseguros, si dejamos de mirar el papel dudamos de si sabremos escribirlas correctamente, o si hemos confundido los significados de unas con otras. Entonces descansamos, y mientras nos relajamos escuchando música, viendo una puesta de sol, paseando por la playa, nuestra mente va aposentando el nuevo vocabulario, lo compara con otras palabras que conoce de significado similar, las compara con palabras que tienen el mismo significado pero en otro idioma, las integra en recuerdos de los que ahora puede hablar con términos nuevos, las asocia con emociones (cada palabra suele despertar algún tipo de emoción en nosotros), incluso puede que le asociemos un color o un olor,… así, ese nuevo vocabulario aprendido va encontrando sus huecos (en plural, pues ha de encajar en múltiples zonas del cerebro, no en una sola) para finalmente quedar integrada en nuestro vocabulario y empezar a usarla con normalidad en el día a día. Cuando pensamos que nuestro cerebro descansa, es cuando más está trabajando.

Las neuronas de nuestro cerebro son una red inmensa de conexiones eléctricas, complejísima, cuanto más aprendemos, más conexiones aparecen, la red va creciendo, cuanto más vivimos, y más experiencias tenemos, más crecen el número, el grosor y la intensidad de los impulsos eléctricos de esta inconmensurable red de conexiones neuronales, Y como tal red, funciona de manera transversal, afectando cada nueva conexión a muchas conexiones anteriores, cada vez que aprendemos algo, nuestro cerebro cambia física, estructuralmente, y cada vez que olvidamos algo, nuestro cerebro también cambia (perdemos conexiones)

Mientras dormimos, la actividad de nuestro cerebro es increíble, todos sabemos de los sueños, cómo nuestra mente usa los sueños para catalizar emociones, para liberar recuerdos inconscientes, miedos, pesadumbres, estados de nerviosismo, inquietudes,… y también el sueño sirve para recolocar ideas, aposentarlas en nuestra memoria y relacionarlas con todo lo que ya sabíamos e incluso tal vez sacar conclusiones nuevas y aprender más todavía relacionando lo nuevo aprendido con conceptos anteriores. Al levantarnos, es cuando podemos estar seguros, de que aquello estudiado el día anterior queda bien aprendido o no. Por este motivo es tan importante el sueño: respetar las ocho horas de sueño diarias y que el sueño sea de calidad.

Así pues para un mejor aprendizaje es importante alternar el estudio con los descansos, las sentadas con el papel y bolígrafo con los paseos, la concentración, con la dispersión mental, y la actividad frenética de estudio con un buen sueño.

Rosana Ferre

Fuentes consultadas: Neurociència per a educadors de David Bueno i Torrens